🧠💥 El cuerpo que grita: cuando el dolor físico revela el estrés emocional acumulado
Cómo identificar el vínculo entre síntomas físicos persistentes y tu mundo emocional
¿Te ha pasado que te duele la mandíbula al despertar, que cargas con un nudo en la espalda o que sientes una presión constante en la cabeza?
Muchas mujeres que llegan a mi consulta me lo dicen con una mezcla de frustración y resignación: “Me he hecho exámenes, he ido a médicos, pero el dolor no se va”.
La pregunta que nos hacemos entonces es: ¿Y si el cuerpo no estuviera enfermo… sino expresando algo que aún no se ha dicho?
💬 ¿Qué nos dice el cuerpo cuando habla a través del dolor?
Desde la experiencia clínica y el trabajo con decenas de mujeres adultas, he podido observar un patrón que se repite con fuerza: el cuerpo se convierte en un amplificador emocional cuando la palabra no alcanza o cuando el entorno no escucha.
Y lo más potente: muchas de estas mujeres no son personas frágiles. Todo lo contrario. Son profesionales brillantes, madres dedicadas, mujeres resilientes. Y sin embargo, su cuerpo comienza a saturarse.
“Yo soy fuerte, siempre puedo… pero últimamente no me reconozco. Me duele todo y no sé por qué”,
—me dijo una paciente que vive su día entre trabajo, crianza y una relación de pareja emocionalmente distante.
Este tipo de relato no es raro, y aparece teñido de culpa, confusión y sobre todo: soledad emocional.
⚠️ Los síntomas más frecuentes en mujeres con sobrecarga emocional
Como psicoterapeuta, me interesa mirar más allá del síntoma físico. Aquí algunos de los signos más comunes que he observado en consulta:
🔹 Bruxismo y dolor mandibular
Asociado a la represión emocional, especialmente la rabia no expresada. Aparece en mujeres que sienten que deben «aguantar», adaptarse o callar para evitar conflictos, especialmente en el hogar o en el trabajo.
Muchas veces, apretar la mandíbula es una forma inconsciente de “contenerse”.
🔹 Dolor cervical y lumbar
Reflejan la sensación de cargar con todo, física y simbólicamente. Se asocia a mujeres que sostienen múltiples roles —madre, pareja, trabajadora, cuidadora— sin una red que las sostenga a ellas.
“Siento que si yo no estoy, todo se derrumba… pero yo ya no doy más”, me dijo una madre de dos hijas que también cuida a sus padres mayores.
🔹 Migrañas, cefaleas tensionales y visión borrosa
Muy frecuentes en mujeres con autoexigencia elevada y escasa pausa emocional. El pensamiento acelerado, la necesidad de control y la imposibilidad de descansar mentalmente activan respuestas fisiológicas que se sostienen en el tiempo.
Una paciente me dijo: “Hasta dormir me estresa, porque siento que no lo hago bien”. Ese nivel de hiperactividad interna tiene costos.
🔹 Problemas gastrointestinales (colon irritable, acidez, náuseas)
El sistema digestivo es especialmente sensible al estrés. Las emociones no digeridas literalmente se “atascan” en nuestro cuerpo.
“Cada vez que discuto con mi pareja, termino en el baño con dolor de estómago”, relató otra paciente.
🧬 ¿Y qué tiene que ver todo esto con nuestras emociones?
Mucho. Más de lo que solemos permitirnos reconocer.
Como lo plantea el Dr. Gabor Maté, experto en medicina mente-cuerpo, “las emociones reprimidas, especialmente aquellas relacionadas con la autoanulación, el perfeccionismo y la necesidad de agradar, terminan enfermando al cuerpo”.
Y como señala Peter Levine, pionero en trauma somático: “el cuerpo lleva la cuenta de lo que la mente intenta olvidar”.
En otras palabras: el cuerpo no está fallando. Está comunicando.
🔎 Lo que descubrimos en terapia: detrás del síntoma, hay una historia
En las sesiones que he tenido con mujeres en distintas etapas vitales —madres recientes, mujeres separadas, profesionales agotadas, hijas de vínculos traumáticos— hay una constante:
Cuando comenzamos a hablar del dolor físico, terminamos hablando de algo que no se había podido nombrar: la soledad, la exigencia, la falta de validación emocional, la necesidad de descanso, de placer, de reconectar con su deseo.
“Mi dolor de espalda empezó el día que me callé lo que realmente pensaba sobre mi pareja”,
confesó una paciente después de meses de trabajo terapéutico.
“Yo no tengo permiso para enfermarme”,
me dijo otra, justo antes de que su cuerpo la dejara en cama por semanas.
Estas frases no son solo metáforas. Son verdades encarnadas.
🧘♀️ Sanar es dejar de aguantar en silencio
Por eso, no se trata de silenciar el dolor con más analgésicos o de seguir funcionando como si nada. Se trata de escuchar el mensaje del cuerpo.
Te invito a preguntarte:
- ¿Qué parte de mí está necesitando ser vista?
- ¿A qué le estoy diciendo que sí, cuando en realidad quiero decir no?
- ¿Cuánto tiempo llevo sin conectar conmigo misma?
La psicoterapia puede ayudarte a decodificar estas señales. A darle espacio a tu mundo interno sin juicio, sin exigencias. A darle un lenguaje a lo que el cuerpo ya está gritando.
🌿 Si algo de esto resuena contigo…
Tal vez sea el momento de agendar una sesión. Un espacio confidencial, empático, donde no tienes que ser fuerte. Solo ser tú.
Porque sanar no es ser perfecta. Sanar es dejar de cargar sola.
Y tu cuerpo lo sabe.
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